Por Publicado el: 02/03/2022Categorías: General

La autonomía como desafío en las organizaciones

A lo largo de los últimos años de acompañar a nuestros clientes a desarrollar a sus personas hemos escuchado, cada vez con mayor frecuencia, una inquietud que se repite. Cuando acompañamos a explorar esa inquietud y pensar en qué quieren que suceda, suele tomar la forma de “que se desarrollen en el negocio”, “que sean proactivos”, “que traigan propuestas de mejora”, y en los casos más aventurados “que cuestionen los procesos”, “que desafíen el statu quo”. 

La constante aparición de esta inquietud no es inocente. Quienes dirigen las organizaciones que trabajan en su consciencia comprenden que la autonomía por parte de todas las líneas, dentro de un marco de acuerdos y criterios alineados, es la clave para transformarse en una organización en constante evolución, capaz de retroalimentarse de su experiencia con solvencia. 

La autonomía de los equipos de trabajo significará la reevaluación constante de las estrategias definidas. Por un lado, lo que comienza a suceder es que el flujo de información ya no es más lineal desde los altos mandos hacia abajo, sino que ahora vuelve a subir desde los equipos con el agregado de qué es posible, qué no, y cómo se puede mejorar.

liderazgo de equipos

Por otro, un liderazgo hábil y competente en su adaptación al cambio sabrá recibir esta información, desafiarla donde es necesario, y reevaluar sus estrategias a partir de ella. Todo esto teniendo en cuenta que, al desarrollarse, la conjunción de estos dos desafíos se da en un contexto de incertidumbre y constante cambio, con momentos de coordinada armonía y momentos de caos.

Éste es el círculo que buscamos desentrañar, comprendiendo qué es lo que debe suceder desde la idea de “ser autónomos”, hasta convertirse en una organización capaz de evolucionar constantemente, presentando desafíos tanto a los equipos de trabajo, cómo a las personas que los lideran.

En próximos artículos iremos analizando estos desafíos, tanto para los equipos como para sus líderes. Pero antes queremos hacer una pequeña mención sobre uno que les será común a todos: la resistencia.

Si hay algo que sabremos que habrá, es resistencia. Partes de la organización se adaptarán más o menos rápido que otras, pero todo sistema humano dentro de la organización resistirá al cambio por característica propia de los sistemas, y esto tomará formas variadas según quién o quiénes la estén viviendo.
Comprenderlo nos permite transitar el cambio desde buscar de qué formas resistimos consciente e inconscientemente, en lugar de hacerlo pensando en que no deberíamos resistir de ninguna forma.

En nuestra experiencia la clave para gestionar el cambio es el gestionar los estados de ánimo. Distinguir entre la resistencia al cambio (que podremos desafiar), y la inhabilidad de transmitir inquietudes genuinas, nos dará la oportunidad de comprender cómo acompañar mejor en cada caso. Para ello tenemos la herramienta más poderosa de un líder: la pregunta.

Escuchen qué inquieta a las personas de su organización: 

  • ¿Qué los moviliza del cambio? 
  • ¿Qué necesitan para llevarlo adelante de forma efectiva? 
  • ¿Qué conversaciones internas y qué emociones aparecen al pensar en el cambio?

Las respuestas a estas preguntas y otras cuyo propósito es conocer la mirada de quienes llevarán adelante los desafíos que nos proponemos, será la llave para acompañar la gestión del cambio de forma prolija y coherente con nuestros objetivos.

En este desafío de la autonomía esperamos resistencia, y debemos ser capaces de gestionarla!